Este hecho, aunque anecdotico, es real.
Sucedio una tarde del mes de Abril hace años en mi consulta.
Creo que su nombre era Antonio. Era la primera visita a mi consulta. Mediana edad, tirando a los sesenta, regordete, cara sonrosada, aspecto bonachon, dos grandes rosetones en sus mejillas.
Me dice que tiene la boca mal. Le exploro: ha perdido mas de la mitad de sus dientes y muelas. Otras piezas estan medio destruidas.
Le pregunto acerca de su higiene bucal. El contesta: "Doctor, yo no me cepillo los dientes pero, soy tabernero desde hace muchos años y despues de comer siempre me aclaro la boca con vino".
Yo le digo que los taninos del vino eliminan la placa bacteriana, pero que eso no es suficiente para una buena higiene oral.
Despues de hacer un proyecto de rehabilitar su boca y un buen diagnostico, se me ocurre preguntarle que hace con el vino que le sirve de colutorio. El me contesta: "No lo voy a tirar. El vino es la sangre de Cristo, y es pecado desaprovecharlo."Me lo trago".
Mas tarde conclui porque tenia esos dos grandes rosetones en sus mejillas.
Algun tiempo mas tarde, con dos protesis completas en su boca, le visite en su taberna de la calle Embajadores. Era un lugar entrañable con su solera, su barra de zinc, donde lavaba sus vasos para los ""chatos" y sus fieles parroquianos.
clinica dental dr. robledo torres